Atender a las heterogéneas necesidades educativas en semejantes circunstancias, es una insostenible pérdida de tiempo, las circunstancias en cuestión lo que exigen es ahorro de tiempo, porque el tiempo es, literalmente, “oro” para la operatividad de los negocios.
De este modo, el placer va quedando
desterrado de las escuelas.
El placer de recrearse en aquello que
despierta intereses, de satisfacer curiosidades, de abordar emociones, de conocerse uno mismo y a los demás desde la cooperación y la
empatía, de necesitar y querer saber más… Todo ello requiere un tiempo pausado
sin programaciones herméticas y homogéneas preconcebidas, sin carreras de éxamenes que encumbren "exitosos" expedientes de "excelencia" y otras falacias. Y requiere, más que
nada, la experimentación, la implicación emocional y los placeres del juego. Nada de ello está reñido ni con el trabajo ni con el esfuerzo.
Como es sabido, del basilisco existe un concepto
zoológico y otro mitológico; y ambos despiertan un terror popular a su espíritu
maléfico. Pero vivimos bajo el síndrome del basilisco.
El basilisco mitológico encarna la monstruosidad,
destrucción y muerte; es un ser que nace de un huevo deforme puesto, no por una gallina, sino por un gallo, e incubado por una serpiente.
Su principal peculiaridad es que destruye con la mirada,
mata cuanto mira y sólo se le puede vencer haciéndolo enfrentarse consigo mismo
a través de su propia mirada ante un espejo. Diríase que su vertiginoso potencial destructivo le impide siquiera mirase a sí mismo.
Desde el punto de vista zoológico, el basilisco es un
tipo de lagarto americano cuya característica más relevante es la velocidad. La
hembra pone entre 5 y 15 huevos de una vez; los incuba un par de meses y los
jóvenes especímenes nacen ya como lagartos totalmente independientes. Cuando el
animal intuye el peligro, desenrolla sus aletas y, con la vista al frente, se lanza a toda velocidad
corriendo sobre la superficie de las
aguas (otra suerte de espejo que evita mirar). Sin embargo,
recorridos espectacularmente unos 4 ó 5 metros , a razón de metro y medio por segundo,
se hunde; momento a partir del cual debe seguir nadando como cualquier otro
lagarto.
Sobre estas dos acepciones hay muchas lecturas posibles. La huida hacia adelante a toda velocidad, la
superficialidad, la ciega destrucción sistemática, la negación de la introspección y de un pausado reconocimiento de
nuestro entorno son, asimismo, características de nuestra Cultura-Basilisco;
y la Educación es un buen espejo en el que contemplarla.
En su libro “Bajo
presión” (RBA), Carl Honoré plantea:
"En
lugar de cocer un pastel con sus hijos porque les familiarizará con las
nociones de peso, volumen y aritmética, o besuquearse con el bebé porque eso
reforzará su córtex prefrontal, hágalo por la simple alegría de hacerlo. Deje
que los efectos del desarrollo se arreglen por su cuenta."
¿Bailamos?
(Un vídeo en el que mirarse al espejo)
3 comentarios:
Me parece que se extiende el desasosiego y el autonegarse para no teber que mirarnos en el espejo y menor profundizar y sacar conclusiones de lo que estamos haciendo.
Ana-Luisa, hace unos días tuve el placer de acudir a tu taller de cuentos en Ibiza, sólo quería felicitarte por permitirnos pasar una tarde tan agradable y aprender tanto. Te sigo a partir de ahora. Un abrazo, Maria José
Gracias por tus palabras, Mª José. Te aseguro que los placeres de esa tarde fueron compartidos. Espero que nos volvamos a encontrar. Un Abrazo.
Publicar un comentario