18/3/20

HUELLAS DE PANDEMIA





















Con toda la población encerrada en casa por la pandemia, cuando apenas llevamos tres días encerrados, además, llueve en buena parte de España. Las escasas salidas posibles por imprescindibles se ven aún más limitadas, incluso los alivios de azoteas, balcones, patios o jardines particulares. Y queda aún mucho por delante…

Este proceso va imprimiendo huellas día a día y seguirá haciéndolo. Sin duda son previsibles, tanto en el presente como en un futuro próximo, múltiples consecuencias dolorosas que todavía no sabemos qué nos depararán a cada cual. Pero ¿cabe esperar también que estas huellas dejen algún rastro que nos beneficie como sociedad?

Me viene estos días con frecuencia a la memoria la conocida frase de “¡Que paren el mundo, que yo me bajo!” Pues bien, el mundo se paró. Lo paró un insignificante virus microscópico con corona de rey todopoderoso (quién lo iba a decir). Y no nos podemos bajar del planeta, habrá que ponerlo de nuevo en marcha. ¿Igual que antes? Espero que un poquito, aunque sea un poquito, mejor que antes.

Resultan ahora irrisorias las campañas de “el día sin coches”, “el día del árbol”, “el día del nosequé sostenible y ecológico”… Puro teatro. Me imagino a nuestro maltrecho planeta diciendo: -Ahora os quedáis quietecitos todos bajo amenaza de muerte y me dejáis respirar, ¡cretinos! Quizá le dé tiempo al pobre a restaurarse un poquito.

¿Y los seres humanos? Esos seres que, aun minutos antes del “frenazo”, nos movíamos corriendo a la desesperada de aquí para allá como pollo sin cabeza o como conejo con reloj: que llego tarde, que llego tarde, huyendo de nosotros mismos. Ahora no hay excusa para tener prisa, el concepto de tiempo se ha transformado de un plumazo; las horas discurren de otra manera entre paredes.
Habrá muchos que ahora sigan la misma dinámica, pero más virtual si cabe, huyendo de sí de pantalla en pantalla. Otros, tal vez accedan a encontrarse inevitablemente con ellos mismos, al menos un poquito. Y encuentren momentos para pensar, jugar, inventar, conversar, leer, bailar, crear, conocerse… y descubrir lo que cada cual tenía y no necesitaba, lo que necesitaba y no tenían o despreciaba.



La infancia, por su condición de seres humanos, claro está, también está incluida en este lote, pero además está su relación con los adultos con los que convive en esta encerrona y de los segundos con los primeros. ¡Prueba de fuego!
¿Habrá quien descubra –me pregunto-, que sus niños necesitan mucho más que hacer tareas escolares y extraescolares y encaramarse a pantallas? ¿Habrá quien descubra las virtudes y beneficios del juego en la infancia? ¿Quien se dé cuenta de que en la vida de un niño lo más trascendental no es competir para sacar buenas notas; que muchas tareas curriculares que les ocupan cientos de horas son absolutamente absurdas y gratuitas? Es más, ¿habrá quien descubra a sus hijos y sus verdaderas necesidades aunque sea un poquito? 24 horas tras 24 horas de convivencia bajo un mismo techo, dan para mucho; más vale que en ese “mucho” prevalezca lo agradable sobre lo desagradable.

¿Tomaremos un poquito más de conciencia sobre la condición social del ser humano, sobre la interrelación necesaria entre todo y entre todos?
A la hora de cuidar y cuidarnos, se habla mucho de la necesidad de hacer ejercicio durante este largo confinamiento, de evitar acumular peso comiendo ansiosamente, de mantener rutinas, higiene… Sí, pero quizá lo que más atenta y cuidadosamente debemos proteger es la salud mental. Convendría tomarle la temperatura cada día, revisarla con mimo, lavarla y desinfectarla en la medida de lo posible, porque, en esta situación, la salud mental es muy susceptible de ser infectada.

Que antes, durante y después de esta crisis mundial, por detrás de ese virus coronado y esa inyección global de miedo y alarma se mueven muchos intereses, no cabe duda. Podemos aventurarnos a conjeturar hipótesis de todo tipo, lo más probable es que nunca sepamos qué se mueve, se ha movido o se moverá entre los bastidores de este gran teatro del mundo. Pero al menos, intentemos extraer algo un poquito más esperanzador de esta insólita situación.


4 comentarios:

nuria dijo...

Maravilloso post Ana Luisa!! lo comparto totalmente!!

Carmina dijo...

Hasta las comas subscribo.
No sé qué va a salir de esto, pero me gusta pensar que es un examen a la humanidad.
Tampoco sé si aprobaremos o suspenderemos, pero me quedo con las solidaridades que veo, o las creatividades...
Estoy segura de que aprenderemos. Yo por lo menos así lo haré. Ánimo a tod@s.

Unknown dijo...

Gracias, Ana Luisa.
Tantos temas en el artículo nombras!
La vida, que pensamos gobernamos, se nos escapa de las manos. Sigue su curso. Es dificil aceptar el cambio radical de nuestras existencias en una semana.
Nos encontramos con que nuestros bastiones se derrumban y no sabemos realmente por quien ni porque.
A quién creer?
Salvemos las pequeñas cosas buenas que habíamos olvidado con demasiada frecuencia y cruzemos los dedos.
Esto también pasará.
Un beso.

Raquel dijo...

Gracias. Te recuerdo con mucho cariño cuando estuviste en La Sénia, taller el Alimento.de la palabra para la Asociación.Abraça'm i el espacio.infantil.I familiar Al coll dirigido.Por Maite i Bernat.
Gracias 😘