20/1/20

CLARA Y DOS LIBROS DE ALLENDE LOS MARES


Mi amiga Clara es brasileña, tiene cuatro años, dos profundos ojos negros, muchos tirabuzones en su melena oscura y una hermanita muy pequeña llamada Flor.

Cuando nos encontramos por primera vez, Clara aún no tenía tres años (foto derecha) y, jugando conmigo, determinó con toda firmeza que yo era un hada: 
É uma fada! -le dijo a su mamá.

Casi dos años después, poco antes de regresar a España, se celebró en su colegio de Curitiba el día del libro. Los niños podían elegir algunos libros para quedárselos; Clara seleccionó dos que le gustaban mucho, pero persiguió a las maestras insistiendo en que quería un ejemplar más de cada uno porque los necesitaba “para Ana”.
Las maestras, sabiendo que iba a viajar a España, pensaron que la tal Ana sería alguna primita o amiguita española. Clara insistió e insistió (tenían que ser esos y no otros cualquiera), hasta conseguir los dos nuevos ejemplares que me entregó en cuanto volvimos a vernos.
Ambos contienen breves textos ilustrados la mar de tiernos.


Pedro vira porco-espinho, con texto rimado, cuenta de un niño al que le gustan los dinosaurios, brincar con los amigos y dar y recibir cariño, pero a veces, de repente y sin aviso, se convierte en puercoespín. Esto ocurre, por ejemplo, cuando su hermanita berrea, el perro le gruñe, su mamá pilla un atasco y llega tarde a recogerlo al colegio, el día está feo y tormentoso… Pero si sale el sol, juega con su vecino o se gana un bollo de chocolate y un abrazo de su abuela, Pedro se “desconvierte” porco-espinho rapidinho rapidinho.



Quero colo! (que se traduciría algo así como “Quiero al bracito”), alaba las delicias de que te lleven en brazos, te arrullen o acunen. Y son las imágenes las que ilustran que esto es así en cualquier situación, país o cultura, tanto en el caso de especies animales como en el de la especie humana.
“Colo” para dormir, comer, pasear, cuando se está triste, acurrucado a la espalda de mamá mientras trabaja, para viajar y volver a casa… ¡Ay, cuanto me gusta el bracito! ¿Y a quién no? –termina diciendo.



Gracias, Clara. Yo creo que el hada eres tú.



No hay comentarios: