Mi
amiga Clara es brasileña, tiene cuatro años, dos profundos ojos negros, muchos
tirabuzones en su melena oscura y una hermanita muy pequeña llamada Flor.
Cuando
nos encontramos por primera vez, Clara aún no tenía tres años (foto derecha) y, jugando
conmigo, determinó con toda firmeza que yo era un hada:
É uma fada! -le dijo a su mamá.
É uma fada! -le dijo a su mamá.
Casi
dos años después, poco antes de regresar a España, se celebró en su colegio de
Curitiba el día del libro. Los niños podían elegir algunos libros para
quedárselos; Clara seleccionó dos que le gustaban mucho, pero persiguió a las
maestras insistiendo en que quería un ejemplar más de cada uno porque los
necesitaba “para Ana”.
Las
maestras, sabiendo que iba a viajar a España, pensaron que la tal Ana sería
alguna primita o amiguita española. Clara insistió e insistió (tenían que ser esos y no otros cualquiera), hasta conseguir
los dos nuevos ejemplares que me
entregó en cuanto volvimos a vernos.
Ambos contienen breves textos ilustrados la mar de tiernos.
Pedro vira
porco-espinho,
con texto rimado, cuenta de un niño al que le gustan los
dinosaurios, brincar con los amigos y dar y recibir cariño, pero a veces, de
repente y sin aviso, se convierte en puercoespín. Esto ocurre, por ejemplo,
cuando su hermanita berrea, el perro le gruñe, su mamá pilla un atasco y llega
tarde a recogerlo al colegio, el día está feo y tormentoso… Pero si sale el
sol, juega con su vecino o se gana un bollo de chocolate y un abrazo de su
abuela, Pedro se “desconvierte” porco-espinho
rapidinho rapidinho.
Quero colo! (que se traduciría
algo así como “Quiero al bracito”), alaba las delicias de que te lleven en
brazos, te arrullen o acunen. Y son las imágenes las que ilustran que esto es
así en cualquier situación, país o cultura, tanto en el caso de especies
animales como en el de la especie humana.
“Colo”
para dormir, comer, pasear, cuando se está triste, acurrucado a la espalda de
mamá mientras trabaja, para viajar y volver a casa… ¡Ay, cuanto me gusta el
bracito! ¿Y a quién no? –termina diciendo.
Gracias,
Clara. Yo creo que el hada eres tú.
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