Con toda la
población encerrada en casa por la pandemia, cuando apenas llevamos tres días
encerrados, además, llueve en buena parte de España. Las escasas salidas
posibles por imprescindibles se ven aún más limitadas, incluso los alivios de
azoteas, balcones, patios o jardines particulares. Y queda aún mucho por
delante…
Este proceso va
imprimiendo huellas día a día y seguirá haciéndolo. Sin duda son previsibles, tanto
en el presente como en un futuro próximo, múltiples consecuencias dolorosas que
todavía no sabemos qué nos depararán a cada cual. Pero ¿cabe esperar también
que estas huellas dejen algún rastro que nos beneficie como sociedad?
Me viene estos días
con frecuencia a la memoria la conocida frase de “¡Que paren el mundo, que yo
me bajo!” Pues bien, el mundo se paró. Lo paró un insignificante virus
microscópico con corona de rey todopoderoso (quién lo iba a decir). Y no nos podemos
bajar del planeta, habrá que ponerlo de nuevo en marcha. ¿Igual que antes?
Espero que un poquito, aunque sea un poquito, mejor que antes.
Resultan ahora
irrisorias las campañas de “el día sin coches”, “el día del árbol”, “el día del
nosequé sostenible y ecológico”… Puro teatro. Me imagino a nuestro maltrecho
planeta diciendo: -Ahora os quedáis
quietecitos todos bajo amenaza de muerte y me dejáis respirar, ¡cretinos!
Quizá le dé tiempo al pobre a restaurarse un
poquito.
¿Y los seres
humanos? Esos seres que, aun minutos antes del “frenazo”, nos movíamos
corriendo a la desesperada de aquí para allá como pollo sin cabeza o como
conejo con reloj: que llego tarde, que
llego tarde, huyendo de nosotros mismos. Ahora no hay excusa para tener prisa,
el concepto de tiempo se ha transformado de un plumazo; las horas discurren de
otra manera entre paredes.
Habrá muchos que
ahora sigan la misma dinámica, pero más virtual si cabe, huyendo de sí de
pantalla en pantalla. Otros, tal vez accedan a encontrarse inevitablemente con
ellos mismos, al menos un poquito. Y
encuentren momentos para pensar, jugar, inventar, conversar, leer, bailar,
crear, conocerse… y descubrir lo que cada cual tenía y no necesitaba, lo que
necesitaba y no tenían o despreciaba.
La infancia, por su
condición de seres humanos, claro está, también está incluida en este lote, pero
además está su relación con los adultos con los que convive en esta encerrona y
de los segundos con los primeros. ¡Prueba de fuego!
¿Habrá quien
descubra –me pregunto-, que sus niños necesitan mucho más que hacer tareas
escolares y extraescolares y encaramarse a pantallas? ¿Habrá quien descubra las
virtudes y beneficios del juego en la infancia? ¿Quien se dé cuenta de que en
la vida de un niño lo más trascendental no es competir para sacar buenas notas;
que muchas tareas curriculares que les ocupan cientos de horas son
absolutamente absurdas y gratuitas? Es más, ¿habrá quien descubra a sus hijos y
sus verdaderas necesidades aunque sea un
poquito? 24 horas tras 24 horas de convivencia bajo un mismo techo, dan
para mucho; más vale que en ese “mucho” prevalezca lo agradable sobre lo
desagradable.
¿Tomaremos un poquito más de conciencia sobre la
condición social del ser humano, sobre la interrelación necesaria entre todo y
entre todos?
A la hora de cuidar
y cuidarnos, se habla mucho de la necesidad de hacer ejercicio durante este largo
confinamiento, de evitar acumular peso comiendo ansiosamente, de mantener
rutinas, higiene… Sí, pero quizá lo que más atenta y cuidadosamente debemos
proteger es la salud mental. Convendría tomarle la temperatura cada día,
revisarla con mimo, lavarla y desinfectarla en la medida de lo posible, porque,
en esta situación, la salud mental es muy susceptible de ser infectada.
Que antes, durante
y después de esta crisis mundial, por detrás de ese virus coronado y esa
inyección global de miedo y alarma se mueven muchos intereses, no cabe duda.
Podemos aventurarnos a conjeturar hipótesis de todo tipo, lo más probable es
que nunca sepamos qué se mueve, se ha movido o se moverá entre los bastidores
de este gran teatro del mundo. Pero al menos, intentemos extraer algo un poquito más esperanzador de esta
insólita situación.
4 comentarios:
Maravilloso post Ana Luisa!! lo comparto totalmente!!
Hasta las comas subscribo.
No sé qué va a salir de esto, pero me gusta pensar que es un examen a la humanidad.
Tampoco sé si aprobaremos o suspenderemos, pero me quedo con las solidaridades que veo, o las creatividades...
Estoy segura de que aprenderemos. Yo por lo menos así lo haré. Ánimo a tod@s.
Gracias, Ana Luisa.
Tantos temas en el artículo nombras!
La vida, que pensamos gobernamos, se nos escapa de las manos. Sigue su curso. Es dificil aceptar el cambio radical de nuestras existencias en una semana.
Nos encontramos con que nuestros bastiones se derrumban y no sabemos realmente por quien ni porque.
A quién creer?
Salvemos las pequeñas cosas buenas que habíamos olvidado con demasiada frecuencia y cruzemos los dedos.
Esto también pasará.
Un beso.
Gracias. Te recuerdo con mucho cariño cuando estuviste en La Sénia, taller el Alimento.de la palabra para la Asociación.Abraça'm i el espacio.infantil.I familiar Al coll dirigido.Por Maite i Bernat.
Gracias 😘
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