El chico a quien criaron como perro (Editorial Capitán
Swing), es un libro en el que el psiquiatra Bruce Perry, en colaboración con la
periodista Maia Szalavitz, expone una serie de casos de niños tratados por él
con sus correspondientes procesos, logros, fracasos, reflexiones y
planteamientos científicos al respecto.
Cabría
pensar que se trata de un libro casi exclusivamente destinado a lectores
especializados en asuntos psiquiátricos y/o terapéuticos, pero no es el caso.
Su lectura puede interesar a cualquier persona que esté habitualmente en
contacto con la infancia; pues ocurre que, cuando se exponen –como es el caso-,
situaciones extremadamente traumáticas vividas por niños/as en contextos extraordinarios,
se nos está dando también mucha información sobre situaciones ordinarias y
normalizadas.
Esta
cita, por poner un mínimo ejemplo, invita fácilmente a reflexionar sobre la
dinámica escolar más extendida y “normalizada”:
Las regiones
implicadas en el desarrollo del sentido de la identidad crecen o se estancan en
función de la frecuencia con que se ejerciten. No es posible desarrollar un
sentido de la identidad sin ejercitar la capacidad de elección y el aprendizaje
de las consecuencias de dichas elecciones; si
no te enseñan más que a obedecer, dispondrás de muy pocas formas de saber qué
te gusta y qué es lo que quieres.
Hacia el final del libro, Perry concluye:
Yo no tengo todas las respuestas, pero creo que entendernos a nosotros como una especie social que posee un cerebro que evolucionó con ciertas capacidades y debilidades únicas, un cerebro que se convierte en aquello que practica, nos permitirá al menos hacernos las preguntas correctas. Y este es el mejor lugar para empezar a construir una comunidad amorosa y solidaria.
Una
lectura enormemente recomendable.
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