Ilustración de Svetlin |
Así fue como, entre otras actividades varias, este grupo de sexto creó una saga de aventuras marinas del Barón de Munchausen con nuevos textos ilustrados. En ellos podemos encontrar a nuestro protagonista conquistando una isla en la que absolutamente todo es de queso. O implicado en un devastador naufragio tras el cual el barón es engullido por la ballena azul; en su estómago se encuentra con Pinocho y Geppetto y -entre el ingenio de Munchausen y las mentiras de Pinocho, que proporcionan madera-, logran salir triunfantes. (Rodari sigue presente con sus guiños).
Y se siguen sumando aventuras como esa en la que el barón se pone al servicio del Rey de los Mares para luchar contra una fuerza maligna y sobrenatural llamada Megáli Dýnami.
O la del enfrentamiento con la ola monstruosa de la que nuestro héroe logra escapar corriendo sobre las aguas tras aplicarse aceite en los calcetines.
Y más y más aventuras impecablemente redactadas como la de la serpiente marina con tres cabezas...
las de temibles piratas; del huracán; del barco fantasma; la de las tres damas; la del pez gigante…Finalmente, para rematar el universo del barón, hace unos días decidimos crear colectivamente un romance con la perspectiva de ser dramatizado con su correspondiente auca, el ciego, su lazarillo…
Puesto que, como tal, el romance es extenso, dejo como muestra solo algunos fragmentos:
(…)
Era el barón de Münchhausen
personaje singular
que corrió mil aventuras
por cielos, tierras y mar.
Por los cielos se emparraba
hasta a la luna llegar.
Viajaba por siete mares
con afán de conquistar;
y en la tierra es conocido
por faltar a la verdad.
Gustaba de hacer reuniones,
con amigos merendar
narrando sus aventuras
sin parar de exagerar,
mas, añadiendo sus lemas:
“¡Por delante, la
verdad!”
“Si hay problemas: “¡solución!”,
aunque no sea muy veraz.
(…)
Cuentan
en otra aventura
que el
barón salió a cazar;
alcanzó
una buena pieza
y,
dispuesto a regresar,
un perro
mordió su abrigo
y le fue
a contagiar
la
enfermedad de la rabia
que
llegó hasta su hogar.
A la
mañana siguiente,
a punto
de despertar,
oyó ruidos en su armario
y allá
fue a inspeccionar.
¡Un
susto morrocotudo!
No os
podéis ni imaginar,
de la
rabia el vestuario
se acabó
por contagiar.
Abrigos,
botas, sombreros,
sin
cesar de babear,
mordían
enfurecidos
atacando
sin parar.
Munchausen
sacó su arma
y se
puso a disparar,
cayeron
uno tras otro,
ya
paraban de chillar.
El
pijama, la chaqueta,
todos ya
muertos están.
“Si hay problemas:
“¡solución!”
“¡Por delante, la verdad!”
(…)
Münchhausen se
hizo famoso
por sus historias
contar
llenas de trolas
y embustes
y esa fama fue a
ganar.
El barón cuando
esto supo
se lo tomó muy a
mal
se enfadó con sus
amigos
y ya no contó
jamás
sus divertidas
hazañas
por tierras, cielos y mar.
(…)
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