1/2/16

PROYECTO "NOS VAMOS DE VIAJE" (II)

VIAJANDO TRAS LAS HUELLAS DE LOS RATONES





Seguramente conocen la expresión "Eres más listo/a que los ratones coloraos". Pero también es muy probable que nunca hayan visto un ratón colorao. 
Con este mismo argumento comencé a charlar con los niños y, de la conversación surgió el parentesco de estos ratones -a los que nunca vemos porque son muy hábiles escondiéndose-, con los ratones de biblioteca. Estos últimos (a los que tampoco vemos) andan siempre trasteando entre los libros, se saben todos los cuentos, a veces los mezclan o enredan, e incluso sacan del propio libro algún objeto que luego encontramos misteriosamente por el suelo al pie de una estantería.
Pero claro, a muchos de mis interlocutores se les movía o habían perdido ya algún que otro diente, entonces, inevitablemente, nos salió al encuentro un nuevo pariente: el Ratón Pérez. Otro gran viajero sigiloso al que nunca vemos.

Nuestra expedición tras las huellas de los ratones estaba servida; y nos ofrecía...

Desde los mundos de las bibliotecas y sus cuentos...

Ratita Presumida
Lobo Feroz


















Flautista de Hamelin
Cenicienta



















...pasando por los misterios de la noche con sus ratones, sueños, atrapasueños, pesadillas, monstruos zampapesadillas...







...hasta las grandes incógnitas de los viajes mágicos del Ratón Pérez, su historia, lo que hace con los dientes...

En mi ausencia, estos grupos de E. Infantil y Primaria, han viajado mucho con sus maestras.
En nuestro último encuentro, teníamos tanto que contarnos, que no dábamos abasto.

Habían viajado, soñado, escrito, leído, dibujado, narrado, investigado... Algunos habían creado el Club de los Mellados, en el que iban dando cuenta a Pérez de cada diente caído. Y, por supuesto, se sabían desde sus orígenes toda la historia del Ratón Pérez. De modo que le tenían preparadas confortables casitas para que descanse un rato del viaje cuando acude a recoger sus dientes.


















En estas casitas, no sólo descansa plácidamente, además, dando buen uso de su buzón, mantiene una interesante correspondencia con sus anfitriones.

















Gracias a esta correspondencia, sabemos, entre otras muchas cosas, que la mansión familiar del Ratón Pérez se encuentra en la Calle Arenal de Madrid; y que la familia Pérez se compone del ratón y la ratona Pérez y sus tres ratolines: Adelaida, que toca el arpa, Elvira, que toca el piano y Adolfo, que juega al Poker.


Por su parte, las aventuras del viaje tras los Ratones de Biblioteca, se han llenado de sorpresas emocionantes. El grupo de niños de 5 años se apiña a mi alrededor excitado para desvelarme sus secretos. Los guardan dentro de una caja repleta de cartitas que los ratones les han ido dejando por la biblioteca. Pero lo más asombroso me lo explica entusiasmado Jordi entre mil gestos graciosísimos e intentando no levantar mucho la voz, porque es un secreto. Me lo dice en valenciano, con lo cual, su frase se llena toda de efes: ¡¡¡Els ratolins li han furtat la flauta al flautista d'Hamelin; i ara qué fem?!!!  
Pues sí, ¿ahora qué hacemos con la flauta "robada"? Allí la tenían, en la caja de los secretos junto a todas las notas e historias sobre los cuentos por los que viajan estos ratones.



Por supuesto, imposible resistirse a hacer sonar esa flauta...
He de concluir aclarando que, hoy mismo, he descubierto por aquí por las redes una explicación sobre el origen de la expresión "ser más listo que los ratones coloraos". Si lo que cuenta es cierto o no, vaya usted a saber, pero no deja de ser una sorpresa el hecho de que enlace de nuevo con los viajes:
Resulta que, en la célebre expedición por el mundo de Charles Darwin, viajaba también a bordo el rico sevillano Rodrigo Sánchez. Darwin, que había empezado a esbozar su teoría de la evolución, le explicó una noche a Sánchez que había notado que los "reddish mices", o sea, los ratones coloraos, eran los únicos que conseguían escapar de las serpientes de las Islas Galápago. Y Rodrigo, impresionado por la agudeza de Darwin, le dijo "¡Usted es más listo que los ratones coloraos!"; expresión que siguió utilizando en su Sevilla natal. Entre la creciente popularidad de Darwin y la simpatía de la frase, ésta fue consolidándose.


Así pues, parece ser que este insigne señor fue el primero en saber que era más listo que los ratones coloraos. 
Y es que, viajando entre la realidad y la ficción, es imposible no seguir aprendiendo. 
Continuaremos con otras dos grandes expediciones.

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