5/2/16

PROYECTO "NOS VAMOS DE VIAJE" (III)

A B C 
De entre las ofertas lanzadas por el grupo de 6º desde su agencia de viajes, el segundo ciclo de primaria optó por recorrer el abecedario.

Primero eligieron e inauguraron en el patio su "Árbol de las Palabras" y el juego comenzó paseándose por las letras que desembocaban en palabras y sus mil juegos posibles.

Leímos el cuento de Miquel Obiols (al que seguirían muchos más libros) titulado "¡Ay, Filomena, Filomena!"; lo que dio pie a un divertido diccionario filoménico con el que contar los mil y un disparates. Y el árbol comenzó a dar frutos.





Pero los vientos estaban furiosos y, como es sabido, las palabras se las lleva el viento; también las filoménicas. Así que hubo que ingeniárselas de otra manera.


Las letras fueron pidiendo paso a su capricho e invitando a jugar con las palabras provocando lecturas, los más diversos tipos de textos y otras creaciones . Así, por ejemplo, la E, propuso Essers fantástics (seres fantásticos) y Endevinalles (adivinanzas).



La B llegó cargada de Brujas. La A pedía Anécdotas en forma de Auca...


La C nos descubrió los Cadáveres exquisitos, con los que las sorpresas y las risas eran inevitables.


La G invitó a hacer Greguerías con las letras del abecedario...




















La P vino pidiendo Pócimas, Poemas y Preguntas. Una caja custodiada por búhos se convirtió en almacén de preguntas llenas de curiosidad: ¿Cómo se han hecho los libros? ¿Cómo se creó nuestra voz de hablar? ¿Por qué las personas somos así y no de otra manera? ¿Por qué están las montañas ahí si nadie las ha hecho? ¿Cómo se ha creado el cuerpo por dentro?... 

Y, en ocasiones, reciben respuestas de algún sabio búho.


VIAJES A BORDO DEL MÁGICUS

Se hará lo que se pueda para intentar resumir este fantásticamente inagotable viaje decidido por 5º de primaria.


Todo comenzó el día que visité al grupo. Andaban leyendo a Verne, estaban interesados por la navegación, comentamos la Odisea de Ulises, me bombardearon a preguntas insaciables, tenían muchísimas inquietudes y curiosidades, pero no sabían muy bien cómo zarpar.
Entonces se me ocurrió lanzarles una sencilla hipótesis fantástica: Imaginaos que un día, en mitad de la clase, se empiezan a oir ruidos en el armario (que, por cierto, es muy pequeñito) y, de pronto, sale de su interior la proa de un barco... ¿Cómo es? ¿Cómo se llama el barco?...
¡Madre mía! El torrente de ideas era imparable. Según las iban proponiendo tomaban acuerdos y lo hilvanaban todo.



A grandes rasgos, el asunto quedaba así:
Es un barco pirata, pero sus tripulantes, que somos nosotros mismos, somos piratas-magos. En lugar de espadas, llevamos varitas mágicas.
El barco se llama Magicus; y está capitaneado por nuestra tutora, que es la Capitana Esmeralda.



El camarote de Esmeralda está en la parte de popa cerrado por una puerta mágica que, según qué niño/a pirata-mago la abra, muestra un camarote de aspecto diferente.
El barco tiene unas alas doradas y puede navegar por el agua, por el aire y hacer travesías subterráneas; incluso viajar a los infiernos.
Todavía están tramando todo esto y ya hay niños empezando a diseñar el camarote que aparecerá cuando abran la puerta de la capitana. Idean escudos, banderas, piensan en canciones piratas...




Un gran libro, a modo de extraordinario cuaderno de bitácora, acaba de nacer.
El viaje se abre a todas las posibilidades: viajar por la historia en el tiempo, por la geografía, por la literatura...

Y la aventura comienza así: Cada tripulante diseña y describe su visión del camarote mágico de popa...

también su barco particular, decide su nombre, su personal poder mágico, su vestimenta...










Y también su puerto de partida, pues todos han sido convocados por la Capitana Esmeralda para reunirse en el Magicus, que los espera en el puerto de Vineivorás (Venyverás) para zarpar hacia el Polo Sur; concretamente a la estación científica española Juan Carlos I en la Antártida.


Cada cual escribe su carta de despedida a la familia antes de zarpar.

El viaje a la Antártida, con todo su recorrido hasta los hielos polares y el descubrimiento de la estación científica, fue apasionante. Pero muy pronto, en vísperas de Navidad, el Magicus decidió hacer un viaje de investigación popular a Islandia. Allí, los piratas-magos y su capitana pudieron disfrutar de las auroras boreales, descubrir leyendas, tradiciones y costumbres navideñas, conocer los trajes típicos populares y degustar sus dulces.


La última vez que los visité a bordo del Magicus, andaban planeando un inminente viaje al Olimpo. Había ya algún que otro pirata-mago verdaderamente ilustrado en asuntos de dioses y mitología griega.

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