8/11/18

TIRANDO DEL HILO SALVAJE

"Donde viven los monstruos" (Spike Jonze, 2009), basada en el álbum ilustrado "Wher the wild things are" (Maurice Sendak)



Tras el proceso del proyecto “Salvaje” del pasado curso, el mismo grupo –ahora en 6º de primaria-, continúa deseoso de seguir tirando del hilo.
Ante la propuesta de utilizar como detonantes la literatura y el cine, las expectativas ofrecían muchas posibilidades.

Comenzamos calentando motores con la película pendiente “El pequeño salvaje” de F. Truffaut (1970), basada en hechos reales como otros casos que ya investigamos.
Jean-Pierre Cargol como "L'enfant sauvage" (François Truffaut, 1970)


Pero el curso pasado, a raíz del seguimiento de “el niño salvaje de Sierra Morena”, Gabriel Janer Manila nos dejó flotando en el aire unas insistentes palabras:
“Lo que salvó a Marcos fue la imaginación”.

Los viajes entre ficciones y realidades son complementarios; siempre resultan enriquecedores y necesarios, pues la imaginación que, aparentemente, nos aleja de lo real, descubre en ese distanciamiento nuevos caminos hacia múltiples realidades, cuestionamientos, recursos, debates… y divertimentos.
Habíamos estado barajando ambiguos conceptos como “domesticar”, “civilizar” o “vivir en libertad”, y a estos conceptos respondían muy bien ciertas historias fantásticas, pero había que elegir y así se lo expusimos al grupo para que eligieran ellos mismos.

Las propuestas:

Adaptación cinematográfica de Claudia Schröder, 1983
“Konrad o el niño que salió de una lata de conservas” (Alfaguara) de la escritora austriaca Christine Nöstlinger, recientemente fallecida; relata la historia de un niño prefabricado. Un crío de 7 años (ya sin las incomodidades de la primera infancia), diseñado para ser correcto, educado, cariñoso y obediente, es decir, para no incomodar en lo más mínimo a los adultos. Un niño perfectamente “domesticado”. Pero… llega a manos de la extravagante Sra. Bartolotti, una madre por sorpresa que es la antítesis de la criatura enlatada.

Primera adaptación al cine de "Peter Pan" (Herbert Brenon, 1924)


“Peter Pan y Wendy” del escocés James M. Barrie.
Este clásico de la literatura universal presenta a un niño que se niega a aceptar la “civilización” de la encorsetada Inglaterra Victoriana. Se niega a crecer. Se niega a vivir en el seno de una familia convencional. Y se niega a tantas otras convenciones optando por vivir en Nunca Jamás a medio camino entre la humanidad y la bestialidad, entre indios, animales, hadas, sirenas, piratas y niños perdidos. Aunque no todo son para él felices vuelos y aventuras; al son de su flauta de Pan también se le escapa -como su sombra-, algún amargo suspiro. Y de vez en cuando vuela al otro lado, a Londres, en busca de alguna mamá-Wendy que le cuente cuentos.
En este caso, los peculiares paralelismos entre la vida y la obra del autor también ofrecen mucho hilo del que tirar.
Inger Nilsson como "Pippi". Serie de TV. (Olle Hellborn, 1969)
 “Pippi Calzaslargas” (Blackie Books) de la escritora sueca Astrid Lindgren.
Este internacionalmente conocido personaje, aunque todo el mundo la llama Pippi, se presenta como Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusminta, hija del capitán de barco Efraín Calzaslargas, que fue el rey de los mares y hoy es el rey de los caníbales.
Pippi es la encarnación de la “vida en libertad”, sin adultos que le digan lo que debe hacer y sin nadie a quien obedecer salvo a sí misma. Una niña que no duda en advertir: No te preocupes por mí, que yo sé cuidarme solita.

Estuvimos distendidamente hablando de las tres obras, de sus orígenes y autores, de adaptaciones cinematográficas, de lo que unas y otros conocían o desconocían. Y terminamos leyendo en voz alta las primeras páginas de cada uno de los libros.
Surgieron asimismo referencias al álbum ilustrado “Donde viven los monstruos” y a su versión cinematográfica… Y llegó el momento de decidirse. ¡¡¡Difícil elección!!!

Se trataba de elegir uno de los libros para disponer todos de ejemplares y poderlo leer y comentar conjuntamente en clase al margen de otras lecturas de libre elección.

Curiosamente, la primera obra en ser descartada fue Peter Pan, la más mal-conocida por la versión Disney de animación. La más manoseada y sesgada en ediciones recortadas y que, lamentablemente, pocas personas leen.

Con Konrad ocurrió todo lo contrario. Precisamente por no conocerla ninguno de los miembros del grupo, les resultó enormemente atractiva.

Pero Pippi es mucha Pippi. Algunas personas no la conocían y otras sí por capítulos de la vieja serie de televisión. Finalmente Pippi fue la opción elegida por aplastante mayoría, aunque sin descartar, por cuenta de cada cual, la lectura de Konrad que tanta curiosidad les había despertado.


Cualquier elección me habría parecido suculenta, pero releyéndome ahora Pippi Calzaslargas, que tantas veces leí en mi infancia, vuelvo a disfrutarla como entonces.
El personaje nació de la siguiente manera: Cuando Karin, la hija de Astrid Lindgren, tenía 7 años y una pulmonía que la retenía en la cama, un día exclamó: ¡Mamá!, cuéntame algo de una niña que se llame “Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusminta Efraimsdotter Längstrumpf” (lo que traducido sería: Pippilotta Delicatessen Persiana Hierbabuena hija de Efraín Calzaslargas). Y así nació Pippi que, aunque no lo parezca, ya tiene más de 70 años. Y en todo ese tiempo, los múltiples ataques, críticas y censuras recibidas por parte de adultos, no han impedido que se convierta en uno de los grandes personajes de la literatura infantil. Y es que, ¿a quién no le gustaría vivir haciendo lo que le da la real gana?
Pippi es buena, generosa, gamberra, divertida, ingeniosa y buenísima inventando historias de las que lo que menos importa es que sean verdad o mentira. Y es que…

-Mentir es feo –admitió Pippi. Pero a veces lo olvido, ¿sabes? (…)
Puedo aseguraros que en Kenia no hay ni una sola persona que diga la verdad. Allí la gente se pasa el día entero, desde las siete de la mañana hasta que se pone el sol, diciendo embustes. Por eso, si de vez en cuando digo alguna mentira, tendréis que perdonarme: recordad que lo hago porque he vivido mucho tiempo en Kenia… Pero podemos ser amigos a pesar de todo, ¿verdad?



No hay comentarios: