Hoy he sido invitada a una boda de atunes un tanto especial celebrada por un grupo de 4º de primaria. La Atuna y el Atún (dejando éste a un lado sus muletas), se marcaban un vals nupcial en compañía de
los pescados,
todos ellos muy bien arreglados.
Y las pescadas,
todas ellas bien acicaladas.
¿Que quién era el padrino?
Pues este gran langostino.
Impecalble y elegante
con sus pinzas por delante.
Un placer asistir a esta boda compartiendo la alegría submarina del grupo y el entusiasmo de esa anguila inquieta que es su maestra.
Aquí el mencionado vals tomado de un antiguo recital por mares más invernales. Muy abrigaditos: Antonio Selfa, Elma Sambeat y una servidora.
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