En el marco de un extenso proyecto en el que colaboro con unas 400 personas entre alumnado (de 3-12 años) y profesorado, andamos echando miguitas por los bosques del Cuento.
Hay (habrá), mucho más que contar, pero en esta ocasión me remitiré a una de las sesiones compartidas con un grupo de 6º de Primaria.
En un primer encuentro, se habían mostrado muy interesados por el tema; lanzaban constantes preguntas y comentarios sobre diferentes cuentos de la tradición, sus versiones, orígenes, deformaciones y sobre juegos intencionadamente transgresores en torno al cuento, como algunos de Roald Dahl o Gianni Rodari.
Llegado nuestro segundo encuentro, tras debatir también sobre REALIDAD Y FICCIÓN en los cuentos, les propongo una hipótesis fantástica:
- ¿Qué pasaría si el Flautista de Hamelin apareciera en vuestro colegio? Inventemos colectivamente un cuento partiendo de este supuesto.
- ¿Qué pasaría si el Flautista de Hamelin apareciera en vuestro colegio? Inventemos colectivamente un cuento partiendo de este supuesto.
... Pero en cuanto abordamos el asunto, desembocamos en una intensa conversación que intentaré transcribir lo más fielmente que me sea posible.
- En el cuento - pregunto -, ¿qué hacía de extraordinario el flautista con su flauta?
- Se llevaba la plaga de ratas.
- ¿Y qué tipo de plagas podría llevarse del colegio?
- ¡¡¡LOS LIBROS!!!
- ¿Todos?
- No, no, todos no, los de Mates, Ciencias...
- ¿Los libros de texto?
- ¡Sí, ésos. Todos esos!
- ¿Qué más?
- ¡¡¡LOS EXÁMENES!!!
- ¡¡¡LOS DEBERES!!!
- Y también LAS PELEAS entre niños.
Muchos empiezan a detectar mi interés por lo que están diciendo y se centran cada vez más muy pensativos. No obstante, hay algún niño que interviene sin pensar demasiado:
- Que se lleve el colegio entero. Y a los profesores.
- Bueno - le comento -, se supone que el colegio ha de ser un lugar donde se puede venir a disfrutar aprendiendo. En vez de hacerlo desaparecer, quizá sería mejor solución que quien no quisiera venir no viniera. Pero en el caso de que el Flautista se llevara las plagas que antes habéis nombrado, ¿qué se podría hacer para venir a aprender?
- ¡¡¡Aprender JUGANDO!!!
- Sí - dice un niño-, con tablets, y que lo que pone en los libros de texto estuviera en las tablets.
- ¿Y no crees - le digo-, que si sólo cambia el formato pero el contenido es el mismo la cosa cambia poco? ¿Tardarías mucho en desear que desaparecieran también las tablets?
- No, no - intervienen otros - eso no. Juegos, JUEGOS DE TODO TIPO. En la clase, fuera de la clase...
- Muy bien, ¿qué más?
- Haciendo EXPERIENCIAS, no estudiándolas. Por ejemplo con talleres de cocina, experimentos de ciencias...
- Y que hubiese más MATERIAL AUDIOVISUAL: reportajes, exposición de temas que nos interesaran...
- Y haciendo más SALIDAS, en el campo, por ejemplo, estudiar la naturaleza, descubrirla y preguntar a los profesores lo que quisiéramos saber y si ellos no lo saben, pues lo investigamos entre todos.
- Y también una PISCINA.
Esto les hace pensar en las limitaciones económicas. Pero les aclaro que sí hay colegios de élite que disponen de piscina propia, sin embargo, muchos otros, llevan a sus alumnos a piscinas municipales. Esa idea les gusta.
- ¿Qué es élite? - Quiere saber alguien. Lo explico.
Comentan que muchas de estas cosas que están proponiendo se hacen en colegios de otros países. Les aclaro que también hay colegios españoles donde se hacen. Algunas personas ponen cara de grata sorpresa y les alegra saber que lo que proponen sí es factible.
Alguien acuña:
- Y que la educación sea PÚBLICA Y GRATUITA en todo el mundo. En otras partes hay muchos niños que no pueden ir al colegio.
La mayoría del grupo sigue cada vez más pensativa y continúan las intervenciones con nuevas aportaciones. Indirectamente, empiezan a sugerir que también los HORARIOS RÍGIDOS se los podría llevar el Flautista:
- Que hubiera ENCUENTROS NOCTURNOS en el cole.
- ¿Por qué te interesa eso?
- Porque se podría dedicar una noche al tema del miedo o a observar las estrellas con un telescopio.
- A mí me gustaría - dice una de las niñas que más ha intervenido -, que se pudiera elegir aprender sobre LO QUE A CADA CUAL LE INTERESA; por ejemplo, que si a mí me interesan especialmente las matemáticas, pueda dedicarme más a estudiarlas en el colegio.
Interviene la tutora del grupo:
- Pero quizá necesitaríamos tener una cierta base común de conocimientos generales; la organización de lo que propones sería complicada.
La niña reflexiona un poco y matiza:
- Bueno... no. Actividades comunes dentro de una parte del horario, pero que quedara también un TIEMPO para dedicarlo a que cada cual pueda profundizar en lo que más le interesa.
¡Vaya! Qué coincidencia, el horario empieza a anunciar que la sesión llega a su fin. ¿Y qué pasa con nuestro cuento?
- Bueno - les digo -, el cuento ha quedado en el aire, pero ¿os parece que hemos perdido el TIEMPO dedicando toda la sesión a charlar?
- Nooo. No - corean.
- ¡Qué va! El cuento lo podemos ir escribiendo.
Componemos las primeras frases de comienzo del cuento y acordamos que lo retomarán por pequeños grupos para crear versiones diferentes a partir de la propuesta. Plagas no les faltan para ofrecer al Flautista.
¡Lastima que ante la procesión de las siempre cambiantes Leyes de Educación ninguno de sus artífices se digne a escuchar a quienes más tienen que decir!
¡Lastima que ante la procesión de las siempre cambiantes Leyes de Educación ninguno de sus artífices se digne a escuchar a quienes más tienen que decir!
¡MÚSICA, MAESTRO!
1 comentario:
! Son geniales!
Qué bien piensan !!
Gracias por compartir tanto :)
Abrazos
Ana Nebreda
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