Paso toda una jornada en primer ciclo de primaria. Jugamos con el alfabeto y las imágenes, con la palabra y el silencio, jugamos a las tiendas de palabras... Y ya por la tarde, antes de despedirme del grupo de 1º, los niños deciden hacerme un regalo: una palabra bonita de parte de cada uno. La buscan individualmente por sus adentros para elegir cuál me ofrecen.
Me voy haciendo con una cálida reserva de palabras amables acompañadas de imágenes. Tengo "cachorro" y también "flor" y "conejito"... Yago me regala "gracias" y piensa despacio cómo dibujarlas; finalmente sus "gracias" flotan en forma de confeti. Ianira me entrega un amor muy especial: "amoro".
Mientras tanto, Hugo permanece en silencio; se ha quedado rezagado, sigue pensando qué palabra elegir. De pronto da un respingo, ¡ya la tiene!:
Pero entonces Pepe se lanza a por la goma de borrar. Aunque Hugo no lo sabe, le acaba de fastidiar su primera elección. Pepe observa, no dice nada y borra. Acto seguido se concentra de nuevo sobre su papel y, finalmente, me lo ofrece con cara de satisfacción:
¡"Claqué"!
- Qué maravilla, Pepe, ¿pero por qué?
- Pues porque es un baile muy bonito - me responde. Y se va sonriente a recoger su abrigo.
1 comentario:
Un futuro permanentemente presente
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