14/10/14

NIÑOS SALVAJES

Jean-Pierre Cargol en L'Enfant sauvage
No es frecuente, pero a veces ocurre que, -bien por accidente, bien provocado por hechos atroces o incluso a consecuencia de una enfermedad-, aparece alguno de los denominados "niños salvajes". Científicamente es un evidente experimento prohibido, pero cuando los hechos ocurren, las investigaciones se ponen frenéticamente en marcha. Entonces se desbordan las preguntas:
Sobre las peculiaridades de estos niños, ¿cuánto pesan los condicionantes genéticos? ¿Cuánto los ambientales? ¿Qué fue primero, la gallina o el huevo?
¿Qué separa al Hombre de la Bestia?
¿Tal vez el lenguaje verbal?

Se me ocurren, al menos, tres casos bien documentados. Y los tres presentan un eje central que gira en torno a la conquista de la lengua. En el reportaje que trata con detenimiento el caso de Genie, se hace referencia a los otros dos.
Genie
Genie, la pequeña genio (como su nombre apunta), encerrada en una botella, se asomó al mundo a lo 12 años de ¿vida?
El equipo que se responsabilizó de ella se vio pronto sacudido e influenciado por la historia (muy anterior) del pequeño francés Victor Aveyron pues, precisamente en esos momentos (1970), François Truffaut la llevaba a la gran pantalla en su película L'Enfant sauvage (El pequeño salvaje). 
Victor
Además, una de las terapeutas que intentó tomar en adopción a Genie parece ser que se obsesionó con la idea de querer convertirse en una nueva Anne Sullivan; la institutriz que logró el "milagro" con la pequeña americana Helen Keller atrapada en su absoluta sordera y ceguera. Su historia también fue magistralmente llevada al cine por Arthur Penn con The Miracle Worker (El Milagro de Ana Sullivan).

Helen
Patty Duke en The Miracle Worker














Tres infancias vividas fuera de las fronteras de la vida cotidiana por muy distintos motivos. En los tres casos, la conquista de la palabra marca un hito enormemente relevante. ¿Por qué la palabra?
Evidentemente, lograr "llamar a las cosas por sus nombres" (o los que consideramos mejor asignarles), nos permite establecer un orden entre nuestro único e intransferible mundo interior y el mundo exterior compartido con nuestros iguales. A tal punto es crucial la conquista de la lengua, lo mucho que de ella se desprende y la indisoluble relación de ésta con los demás lenguajes humanos.

Genie estuvo retenida y maltratada por su padre en una habitación cerrada durante sus primeros 12 años de vida.
Aproximadamente también a esa edad, Victor fue hallado en los bosques de Aveyron desnudo y en estado absolutamente salvaje. Una especie de Mowgli del que no se conocían sus orígenes.
Cuando, más o menos a la edad del protagonista, vi el estreno de la película de Truffaut, recuerdo haberme enfrentado a sentimientos muy encontrados, me molestó enormemente el empeño en la domesticación del pequeño salvaje, el doctor encarnado por el propio Truffaut me resultó verdaderamente antipático en aquel momento. Sin embargo... ¿qué hacer, si no?
El caso de Helen Keller es bien diferente a los anteriores y, en definitiva, el único con "final feliz". El "encierro" de esta niña no era ni en un espacio cerrado ni en uno salvaje. Helen quedó atrapada a muy temprana edad dentro de sí misma entre los muros de la ceguera y la sordera absolutas; diferencia, no obstante, que no le evitó convertirse en una especie de pequeña salvaje. Eso sí, hasta que ocurrió el milagro: el milagro de la palabra.

Aquí el documental que narra la historia de Genie.

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Cabe un cuarto caso de perfil enormemente diferente. En él, la denominación de "niña salvaje" tiene una connotación muy distinta. No obstante, la historia de Tippi Degré, no deja de invitar a preguntarse sobre el equilibrio entre la naturaleza más "salvaje" del ser humano y la mayor o menor domesticación que exige la adaptación a un mundo cada vez más deshumanizado. Esa misma controversia que, en su día, me creó la película de El pequeño salvaje


Enlaces a documentos audiovisuales:
La historia de Tippi (12 min./ en español)
Le monde selon Tippi 1997 (55 min./en francés)

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