Maniac es un ensayo
novelado de Benjamín Labatut (Anagrama), sobre determinantes hallazgos
científicos y tecnológicos a lo largo del siglo XX. Labatut novela su ensayo
sobre una base de documentación exhaustiva que incita al lector a comprobar con
frecuencia datos, a cerciorarse de que el autor nos está hablando de personajes
y acontecimientos verídicos.
La lectura de esta obra me ha llevado a
establecer un puente con el libro que escribí -diría que en paralelo a
Labatut-, bajo el título El tiempo entre engranajes (Pre-Textos).
Salvando grandes diferencias, ambas obras se
ocupan de ese sigiloso devenir de la humanidad que, paso a paso, a lo largo del
tiempo, nos desvela buena parte del proceso que desemboca en este presente
siglo tan lleno de incertidumbres. Y resulta curioso que, con frecuencia,
solemos desconocer a muchos de los artífices que han intervenido de forma
crucial en el proceso.
Como relata Italo Calvino en Las ciudades invisibles, son fundamentales las piedras que sostienen el arco que hoy vemos.
Marco Polo describe un
puente, piedra por piedra.
- ¿Pero, ¿cuál es la piedra que sostiene el puente?
–pregunta Kublai Kan.
- El puente no está sostenido por esta o aquella piedra
–responde Marco Polo-, sino por la línea del arco que ellas forman.
Kublai permanece silencioso, reflexionando. Después
añade:
- ¿Por qué me hablas de las piedras? Es sólo el arco lo
que me importa.
Polo responde: - Sin piedras, no hay arco.
El tiempo entre engranajes, obra de menor
envergadura que la singular Maniac, viene a convertirse en un preludio
de esta. Apenas una avanzadilla que, partiendo del siglo XVII, observa los
avances de la relojería mecánica y sus insospechadas consecuencias. Una
tecnología de apariencia ingenua para lo que vendría después; inocentes
engranajes de ruedas dentadas que, no obstante, supusieron, entre otras cosas,
el impulso de la Revolución Industrial.
Leyendo en Maniac el breve pasaje que
trata la derrota de Garry Kasparov ante la máquina Deep Blue, no podía por
menos que recordar las históricas reacciones que, en su día, produjo El Turco.
Este ingenioso autómata, también jugador de ajedrez, asombró durante años a
Europa provocando tanta expectación como misterios.
Kasparov no había perdido un solo torneo en
toda su carrera, destrozaba a sus rivales, y cuando fue derrotado por la
máquina, sospechó que había un gran maestro del ajedrez escondido tras ella. Lo
mismo pensaron en su momento los contemporáneos de El Turco.
Sin embargo, el autómata era fruto de
tecnología mecánica y tenía sus trucos; la Deep Blue se adentraba ya en la
Inteligencia Artificial.
El rizo se siguió rizando con la creación de
AlphaGo, la máquina prácticamente invencible que abordó el Go, un juego de tres
mil años de antigüedad, el más complejo y profundo que la humanidad ha concebido.
Hoy la batalla entre el hombre y la máquina
ha alcanzado límites, cuando menos, inquietantes. El ser humano se enfrenta
cada vez a mayores retos ante sus propias creaciones… y destrucciones.
Maniac ofrece “un porvenir que inspira terror y
esperanza”. Su autor presenta, expone acontecimientos, no emite juicios; allá
cada lector con sus terrores y sus esperanzas.
Labatut comienza su volumen con un aviso al
navegante, apenas un guiño ante lo que irá aconteciendo en las sucesivas
décadas. En las primeras páginas nos narra el suicidio, en 1933, de Paul
Ehrenfest tras asesinar a su propio hijo discapacitado. Este físico teórico
austriaco, íntimo amigo de Einstein, cae en la desesperación ante la corrupción
del alma de la ciencia cuando irrumpe con fuerza la física cuántica: “Esa peste
matemática que erradica todos los poderes de la imaginación” -diría a sus
discípulos. Su ánimo se veía, además, socavado por el paralelo surgimiento del
nazismo.
Después, quien cobra el protagonismo por
excelencia en Maniac es el judío húngaro J. von Neumann; controvertida
figura donde las haya a la que Labatut dedica la mayor parte de su libro. Un
individuo que bien podría responder al calificativo de “monstruo” si
contemplamos diversas acepciones de esta palabra (ser fuera de lo común,
terrible, perturbador, de cualidades excepcionales…).
Von Neumann, a pesar de ser para muchos un
perfecto desconocido, es, en buena medida, responsable de grandes
transformaciones en la evolución de las ciencias y la tecnología, del panorama
que hoy nos ofrece este “porvenir que inspira terror y esperanza”.
Clockwork eyes. Mick Ryan