17/10/25

LA HIKAYE PALESTINA: EL CUENTO DEL PUEBLO

 


Hikaye significa “historia”,” cuento”, “relato”. En la tradición palestina, estas narraciones destinadas a niños, niñas y pequeños grupos de mujeres, se celebran desde tiempos ancestrales como entretenimiento en noches de invierno a la luz de la lumbre. Las narradoras son las mujeres mayores, casi todas las palestinas de más de setenta años lo son.

En 2008, la hikaye palestina fue inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

La técnica y el estilo de narración siguen convenciones lingüísticas y literarias diferenciadas de otros géneros narrativos populares. Estos cuentos y relatos desarrollados a lo largo de siglos, tratan de cuestiones familiares y preocupaciones sociales desde una perspectiva femenina directamente relacionada con la vida de las mujeres y el conflicto entre el deber y el deseo.

Constituyen el patrimonio vivo de un pueblo, el cuento del pueblo.

 


Escribía el poeta palestino Mahmud Darwix versos como estos:

El susurro de las palabras en lo invisible es la música del significado

O…

 

Detrás de nosotros solo queda el detrás

 

O…

 

El eco no tiene eco

 

 

Tras el genocidio del pueblo palestino, ¿dónde queda la voz de las ancianas? ¿Dónde la hikaye, ese cuento del pueblo?



Eco

 

En el eco     un pozo

en el pozo   un eco

y el espacio

                  gris neutro,

como si no hubiera habido una guerra

o hubiera sido ayer

o viniera mañana…

 

En el eco     un pozo

en el pozo   un eco.

Y yo busco entre ambos,

en vano,

el origen de la voz.

 

Mahmud Darwix

 

  


Y también en la voz de Darwix:

 

Enséñame la poesía

y enséñame el ritmo del mar.

Cógeme de la mano, que crucemos juntos el abismo que separa la noche del amanecer,

que juntos aprendamos la primera palabra.

 

4/9/25

EL TERROR Y LA ESPERANZA

 


Maniac es un ensayo novelado de Benjamín Labatut (Anagrama), sobre determinantes hallazgos científicos y tecnológicos a lo largo del siglo XX. Labatut novela su ensayo sobre una base de documentación exhaustiva que incita al lector a comprobar con frecuencia datos, a cerciorarse de que el autor nos está hablando de personajes y acontecimientos verídicos.

La lectura de esta obra me ha llevado a establecer un puente con el libro que escribí -diría que en paralelo a Labatut-, bajo el título El tiempo entre engranajes (Pre-Textos).

 

 

Salvando grandes diferencias, ambas obras se ocupan de ese sigiloso devenir de la humanidad que, paso a paso, a lo largo del tiempo, nos desvela buena parte del proceso que desemboca en este presente siglo tan lleno de incertidumbres. Y resulta curioso que, con frecuencia, solemos desconocer a muchos de los artífices que han intervenido de forma crucial en el proceso.

Como relata Italo Calvino en Las ciudades invisibles, son fundamentales las piedras que sostienen el arco que hoy vemos.

Marco Polo describe un puente, piedra por piedra.

- ¿Pero, ¿cuál es la piedra que sostiene el puente? –pregunta Kublai Kan.

- El puente no está sostenido por esta o aquella piedra –responde Marco Polo-, sino por la línea del arco que ellas forman.

Kublai permanece silencioso, reflexionando. Después añade:

- ¿Por qué me hablas de las piedras? Es sólo el arco lo que me importa.

Polo responde: - Sin piedras, no hay arco.

 

El tiempo entre engranajes, obra de menor envergadura que la singular Maniac, viene a convertirse en un preludio de esta. Apenas una avanzadilla que, partiendo del siglo XVII, observa los avances de la relojería mecánica y sus insospechadas consecuencias. Una tecnología de apariencia ingenua para lo que vendría después; inocentes engranajes de ruedas dentadas que, no obstante, supusieron, entre otras cosas, el impulso de la Revolución Industrial.

Leyendo en Maniac el breve pasaje que trata la derrota de Garry Kasparov ante la máquina Deep Blue, no podía por menos que recordar las históricas reacciones que, en su día, produjo El Turco. Este ingenioso autómata, también jugador de ajedrez, asombró durante años a Europa provocando tanta expectación como misterios.

Kasparov no había perdido un solo torneo en toda su carrera, destrozaba a sus rivales, y cuando fue derrotado por la máquina, sospechó que había un gran maestro del ajedrez escondido tras ella. Lo mismo pensaron en su momento los contemporáneos de El Turco.

Sin embargo, el autómata era fruto de tecnología mecánica y tenía sus trucos; la Deep Blue se adentraba ya en la Inteligencia Artificial.

El rizo se siguió rizando con la creación de AlphaGo, la máquina prácticamente invencible que abordó el Go, un juego de tres mil años de antigüedad, el más complejo y profundo que la humanidad ha concebido.

Hoy la batalla entre el hombre y la máquina ha alcanzado límites, cuando menos, inquietantes. El ser humano se enfrenta cada vez a mayores retos ante sus propias creaciones… y destrucciones.

 

Maniac ofrece “un porvenir que inspira terror y esperanza”. Su autor presenta, expone acontecimientos, no emite juicios; allá cada lector con sus terrores y sus esperanzas.

Labatut comienza su volumen con un aviso al navegante, apenas un guiño ante lo que irá aconteciendo en las sucesivas décadas. En las primeras páginas nos narra el suicidio, en 1933, de Paul Ehrenfest tras asesinar a su propio hijo discapacitado. Este físico teórico austriaco, íntimo amigo de Einstein, cae en la desesperación ante la corrupción del alma de la ciencia cuando irrumpe con fuerza la física cuántica: “Esa peste matemática que erradica todos los poderes de la imaginación” -diría a sus discípulos. Su ánimo se veía, además, socavado por el paralelo surgimiento del nazismo.

 

Después, quien cobra el protagonismo por excelencia en Maniac es el judío húngaro J. von Neumann; controvertida figura donde las haya a la que Labatut dedica la mayor parte de su libro. Un individuo que bien podría responder al calificativo de “monstruo” si contemplamos diversas acepciones de esta palabra (ser fuera de lo común, terrible, perturbador, de cualidades excepcionales…).

Von Neumann, a pesar de ser para muchos un perfecto desconocido, es, en buena medida, responsable de grandes transformaciones en la evolución de las ciencias y la tecnología, del panorama que hoy nos ofrece este “porvenir que inspira terror y esperanza”.

 

 

Clockwork eyes. Mick Ryan