2.11.23. Día de Difuntos
Fue un feliz hallazgo mi encuentro con la Flaca y su disposición como guía, página tras página, en la construcción de este “El tiempo entre engranajes”.
En estos días de tránsito entre el otoño y el invierno, se conmemora la Muerte.
Vestida de tonos ocres y rojizos, la vegetación se va sumiendo en su letargo a la espera de otra primavera.
Castañas y cementerios. Flores y calaveras. Calabazas y dulces. Temores, esqueletos, añoranzas, maquillajes, sobresaltos y risas forman parte de la enmarañada comparsa que acompaña a la Parca. La Pelona, la Inevitable… la Dueña y Señora del Tiempo.
Aceptarla a ella, como se aceptan las estaciones y la vida con todas sus primaveras y sus inviernos, es aceptar la finitud. Y, aunque finito, el tiempo sigue siendo oro a pesar de no ser oro todo lo que reluce.
El paseo de la mano de la Mocha me proporcionó entusiasmos, reflexiones y sorpresas: Vida(s) de la mano de la Muerte.
Partiendo del reloj de una torre, fuimos encajando los engranajes de la relojería y de la historia con los de autómatas, ilusionistas y espectáculos diversos que nos llevaron hasta los inicios del cine.
Tras todo ello, en el telón de fondo, siempre imparable, el tiempo con su Dueña y Señora.
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