3/8/23

EL FOMENTO DEL OLVIDO


De 1934 a 1936, en Bañuelos de Bureba, población situada a cinco kilómetros de Briviesca (Burgos), ejerció en la escuela un maestro que prometió a sus alumnos llevarlos a ver el mar.

Con el paso del tiempo, una serie de acontecimientos han ido haciendo aflorar la historia olvidada de aquel alumnado y su maestro. Las investigaciones al respecto y la documentación obtenida han desembocado en la publicación de varios libros, una película a punto de estrenarse, diversas conferencias y exposiciones y también una obra de teatro cuyas múltiples representaciones han tenido buena acogida en localidades españolas gobernadas por partidos de todo signo político. 

El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca llegaba ahora a escena en la propia Briviesca y su recaudación era benéfica. Pero el nuevo gobierno PP-Vox, la ha cancelado alegando “razones económicas y gastos de infraestructura”. Esto a pesar de que, por tratarse de ese emblemático enclave, la compañía teatrral había rebajado los costes a menos de la mitad.

Y es que, como demuestra fehacientemente la propia historia del maestro, silenciar, amordazar, fomenta el olvido.

 

Pero antes de ocuparnos de la historia en sí, apelemos frente al olvido a la memoria y recordemos el contexto.

 

Actualmente, cuando pensamos en escuelas y maestros, lo solemos hacer con una perspectiva muy sesgada desde el punto de vista histórico, cuando en realidad, la escolarización generalizada como hoy la entendemos, tiene cuatro días.

Resulta curioso que, en la antigua Roma, la educación primaria (hasta los 11 años) se impartía en las escuelas públicas denominadas scholae ludus litterarius, donde niños y niñas recibían la educación básica a cargo de los llamados ludi magister. (Ludus: juego, diversión, entrenamiento. / Magister y minister son dos términos latinos emparentados y contrapuestos, el primero deriva de magis=más y el segundo de minus=menos, es decir, el más sabio y el menos sabio. Los romanos lo tenían claro, el ministro debía estar al servicio del maestro).   

El asunto empezaba bien, pero con la decadencia de Roma, terminan las escuelas públicas y nacen las eclesiásticas principalmente dedicadas a la formación de clérigos, con lo que desaparece la educación mixta.

A partir de aquí y a lo largo de los siglos (no entraremos en detalles), la educación se va restringiendo y quedando limitada, fundamentalmente, a los hijos varones de las clases adineradas.

 

En España es solo a partir del siglo XIX cuando comienzan a emerger inquietudes para la extensión y mejora de la primera enseñanza y de la formación de maestros. No obstante, estos intentos sufren constantes vaivenes, “zancadillas” y naufragios motivados por intereses de poder político, eclesiástico... Y la Primera Guerra Mundial provoca un deplorable retroceso.

 

El extraordinario proyecto pedagógico que finalmente logra impulsarse con fuerza entre finales del siglo XIX y principios del XX (hasta la Guerra Civil), es la ILE, Institución Libre de Enseñanza, con la encomiable implicación de grandes “Magister” e intelectuales de la talla, entre muchos otros, de Fernando Giner de los Ríos, fundador de la ILE, o su continuador y ahijado Manuel Bartolomé Cossío.

 

Del primero, viene a colación destacar estas palabras:

 

“Clamamos a los cuatro vientos sin enemistad hacia nadie, ni contra los jesuitas ni contra los masones, católicos, protestantes, ateos… sino contra los haraganes -sean republicanos, liberales, conservadores o carlistas-, que por igual se encogen de hombros ante la educación del pueblo y los intereses culturales.”

 

                                                                            Francisco Giner de los Ríos

 

¿Y cuáles eran esos intereses? En palabras de Cossío, lo esencial para todo procedimiento educativo es:

“Desarrollar la actividad, la espontaneidad y el razonamiento en el niño; estimular su iniciativa; favorecer la expansión de sus fuerzas interiores; hacer que sea, no solo partícipe, sino el principal actor de su propia educación en vez de degenerar en una rueda inerte del mecanismo escolar; que bulla en él la vida; que todo le hable; que sienta el deseo de verlo todo, de cogerlo todo; he aquí el sentido en que cualquier procedimiento y medio educativo debe inspirarse. Alguien ha dicho que la más sabia lección nace muerta cuando no va solicitada por la curiosidad del niño; y yo añadiré aún que no hay resultado positivo si el niño no crea e investiga por sí. Colocadlo realmente ante el espectáculo que queréis que le impresione; que siga de cerca (…)  y no anticipéis jamás la conclusión; esperad siempre a que él la descubra, dejándole la iniciativa y el placer de su obra. Y este procedimiento individual e indagador se aplica igualmente al niño de cuatro años, al joven de veinte y al hombre durante toda su vida. El niño es investigador; descubre relaciones que tal vez no ha visto nunca el maestro.”

 

                                                                             Manuel Bartolomé Cossío

 

Bien, pues en este contexto es en el que tiene lugar la historia del maestro que prometió el mar; una historia hermosa, poética y triste que, silenciada durante décadas y décadas, cuando estaba al borde de caer por siempre en el olvido, una serie de azarosas confluencias, la hizo salir a la luz. A saber: 

Una excavación.
Un reportaje fotográfico al pie de la misma.
Y la memoria largamente amordazada de un pueblo.
 

El nombre de nuestro protagonista es Antoni Benaiges, un joven maestro catalán que, en 1934, fue destinado a la escuela pública de Bañuelos de Bureba, un pequeño y humilde pueblo de campesinos en la provincia de Burgos. Sus escasos pobladores subsistían en aquel tiempo entre privaciones y analfabetismo y ni siquiera tenían luz eléctrica.  
A pesar de que aun así resultaban insuficientes dada la situación del país, en esa época de la Segunda República se habían creado 37.700 escuelas públicas en el intento de combatir con urgencia la ignorancia y miseria en la que se encontraba buena parte de la población española.   



Antoni Benaiges llegó a Bañuelos de Bureba dispuesto a aportar algo de luz, decidido a aplicar, en un entorno rural muy reticente a cambios, las nuevas corrientes de renovación pedagógica en las que tantos esfuerzos se estaban invirtiendo. La escuela debía ser mixta y la educación en ella tenía que partir de la motivación e implicación directa de los niños y niñas hasta el punto de que su repercusión se hiciera eco en el resto de la población.

En estas escuelas, entre otros recursos (biblioteca, gramófono, proyector, excursiones en el entorno, teatro, bailes…), figuraba el emergente método denominado “técnica Freinet” que Benaiges empleaba y difundía. El método tenía entre sus principios el uso de la imprenta en la escuela como herramienta para fomentar la máxima implicación del alumnado en el proceso de aprendizaje. 

 



 

Los sencillos cuadernos que los propios niños imprimían en el aula de Bañuelos, reflejaban sus intereses, inquietudes y conocimientos a través de textos libres y dibujos. Además de su trascendencia educativa en la propia escuela, estos cuadernos llegaban a los hogares del alumnado, convirtiéndose a su vez en elementos de comunicación que implicaban a las familias. Pero todavía tenían otra importante función, se intercambiaban por correo postal entre centros educativos compartiendo, despertando o enriqueciendo intereses mutuos entre los más diversos escolares y docentes. Corrían por las escuelas del país, pero también llegaban a Inglaterra, Francia, Cuba, Argentina… 

Entre sus contenidos figuraban juegos, costumbres, fiestas, refranes y tradiciones locales además de reflexiones, curiosidades e inquietudes del alumnado en su día a día. Eran crónicas de la realidad vital más cercana y cotidiana de los niños. La imprenta era el instrumento que les permitía expresar lo que sentían, veían, les ocurría o soñaban.  

Un día, el maestro, procedente de las costas mediterráneas, les habló a sus niños del mar y ellos, que nunca lo habían visto, comenzaron a imaginar cómo sería, y plasmaron sus ensoñaciones en uno de esos cuadernos impresos en la imprenta Freinet. Lo titularon “EL MAR. Visión de unos niños que no lo han visto nunca”. Corría el mes de enero de 1936 y el maestro les prometió a sus niños que en verano los llevaría a todos al mar, allá en su tierra natal. 

 Algunos textos:

El mar será muy grande, muy ancho y muy hondo. La gente va allí a bañarse. Yo no he visto nunca el mar. El maestro nos dice que iremos a bañarnos. Yo digo que no voy a ir, porque tengo miedo que me voy a ahogar.

Lucía Carranza

 

El mar será hondo. Será hondo como dos veces la veleta de la torre. Y tendrá dos metros de largura.

Baldomero Sáez

 

El mar será muy grande. Yo no lo he visto nunca. También será muy hondo. Y muy largo.

Mi hermano dice que lo ha visto en Pamplona cuando estaba en el servicio y que había gente bañándose. Un hombre tenía cuidado de que no se ahogasen. A uno le sacó porque se ahogaba.

El mar estará muy claro, porque si no es tontada que quieran bañarse.

Luego mi hermano ha dicho al maestro que él no ha visto el mar, porque Pamplona no lo tiene.

Soledad Palacios

  

Hay que decir que el buen oficio del maestro Benaiges era muy celebrado por el alumnado que, en un ambiente amable, no cesaba de descubrir con asombro el mundo. Entre la población adulta, en el pueblo había quienes valoraban mucho su labor y también quienes la denostaba por romper con los preceptos educativos más arraigados y conservadores. Con todo ello, el maestro seguía adelante entusiasmado con su destino y entusiasmando a los niños.

Cuando llegó el verano de 1936 y comenzaron las vacaciones estivales, el maestro regresó a su pequeña casa familiar en la costa catalana para hacer todos los preparativos de alojamiento de sus alumnos, hecho lo cual, viajó de nuevo a Bañuelos de Bureba con intención de contratar un autobús para cumplir la promesa hecha a los niños. Una promesa que nunca pudo cumplir, pues el 18 de julio tuvo lugar el levantamiento militar que propició la Guerra Civil. Burgos fue la primera provincia asediada y era precisamente allí donde, en ese momento y a pesar de las vacaciones, se encontraba el maestro que prometió el mar. Durante esa primera semana de contienda, Antoni Benaiges desapareció.

SILENCIO / OLVIDO


Decenas de décadas de silencio. Porque, en expresión de algún lugareño, eran tiempos de tener “el morro prieto”. De modo que silencio y olvido se retroalimentaron hasta que en 2010 se inició la excavación de una fosa común cercana en Briviesca. Junto a ella, un documentalista llamado Sergi Bernal (enlace blog), se disponía a hacer un reportaje documental del proceso de la excavación cuando un señor muy mayor de Bañuelos se acercó a la fosa y dijo: “Aquí está enterrado el maestro de mi pueblo”.  
Y así se desencadenó el largo proceso de investigación que tantas luces ha aportado, aunque para algunos resulten cegadoras y prefieran volver a apagarlas.

En el hallazgo de muchos ejemplares de aquellos cuadernos publicados con la imprenta Freinet entre 1934 y 1936 en la escuela de Bañuelos de Bureba, incluido el de EL MAR, influyó que aquellos niños de antaño o sus descendientes, todavía los conservaban, pero también se hallaron ejemplares en lejanos países como México.

Muchos testimonios y comprobaciones apuntan a que el maestro Benaiges debió de acabar tirado en el seno de aquella fosa de La Pedraja en Briviesca; sin embargo la mala conservación de los restos de 135 asesinados exhumados en el lugar, supuso que solo 23 pudieran ser identificados.

Y, a grandes rasgos, esta es la historia del maestro asesinado a los 33 años por ser maestro. Aquel que prometió el mar y no pudo cumplir su promesa.
 

Entrada relacionada en este blog:https: Escuelas habidas y por haber
 

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Impresionante historia. Debería llegar a todas las escuelas del país y a todas las facultades de magisterio y esa tecnología de la que habláis debería servir para difundirla, además de ayudar a que afloren otras muchas historias como ésta, que seguro habrá.

Anónimo dijo...

[3/8 18:04] MARQUES AMPARO: Un gran articulo
[3/8 18:06] Ana Luisa R.: Estás cosas hay que contarlas 😉😘
[3/8 18:06] Ana Luisa R.: ...antes de que esté prohibido
[3/8 18:24] Mónica Ferrando: Muy interesante y documentado.
[3/8 19:32] PRIETO DORO: Joder qué chulo, Ana.
Y seguro que historias parecidas a esta hay a miles en aquellos tiempos de la Institución Libre de Enseñanza, en aquella España cañí. El 18 de Julio de 1936 se acabaron muchas cosas. Habría que volver al espíritu de las Misiones Pedagógicas de Lorca . Y habría de reconocerse y valorar todo aquello que se hizo en aquellos años de modernidad y progreso, antes de la catástrofe de del 36.
[3/8 19:35] Ana Luisa R.: Sí, Doro, pero habría que empezar por que muchísimos maestros jóvenes se enteran de que aquello existió...
[3/8 19:35] Ana Luisa R.: Se enteraran
[3/8 19:36] HERRERO ANA: Totalmente de acuerdo contigo 👍👍🤗
[3/8 19:37] Ana Luisa R.: Con cualquier tontería calificada de "innovación", muchos creen estar descubriendo ahora las Americas
[3/8 19:56] PRIETO DORO: También tienes razón. Demasiadas moderneces poco modernas hemos visto en estos últimos años de nuestra carrera.
Si hay que beber de los clásicos en la escuela, la Institución Libre de Enseñanza y Freinet, entre otros, son incuestionables. Y bastante olvidados están.
Yo creo que tb se están olvidando de Lorca, de Alberti, de Miguel Hernández...
Hoy lo digital parece el sumun y como si no hubiera nada más importante.
En mi colegio prácticamente no había otra cosa de formación para los maestros que las pizarras digitales y luego las nuevas interactivas y.... y así siempre.
[3/8 20:00] MARQUES AMPARO: Si, li posen nom en anglès i ja està.
[3/8 20:06] Ana Luisa R.: Pero eso son herramientas actuales como lo fueron los lápices, los cuadernos o los pizarrones de antaño. ¿Qué pasa con los contenidos? ¿O se trata solo de lucir herramienta?
[3/8 20:17] JUANJO CEREZO: Impresionante historia. Debería llegar a todas las escuelas del país y a todas las facultades de magisterio y esa tecnología de la que habláis debería servir para difundirla, además de ayudar a que afloren otras muchas historias como ésta, que seguro habrá.
[3/8 20:18] PRIETO DORO: Pues si. Así es. El maestro que maneja bien lo digital es muy considerado en el claustro. Si además sabe inglés entonces ya es la leche.
[3/8 20:20] PRIETO DORO: (pero se cuentan pocos cuentos, se escribe poco, se lee lo justito y de recita casi cero)
[3/8 20:27] Ana Luisa R.: 😫 A ver si se estrena la peli, se difunde y sirve para algo más que hablar de las cosas (que también)
[

Ana-Luisa Ramírez dijo...

Quería decir "hablar de las fosas (que también)".
Porque, en este caso, la memoria histórica no es exclusivamente la relativa a las atrocidades de la Guerra Civil, es también reflexionar, desde el conocimiento de la historia, sobre qué está ocurriendo hoy con la educación y con la formación de los maestros. ¿No estamos incurriendo en un fomento masivo de la ignorancia y el olvido?

Silvia Lahuerta Campos dijo...

Menudo viaje en el tiempo leeros a todos en los comentarios!!
El artículo es súper interesante, Ana Luisa, mis padres ya me habían contado sobre el tema por tu charla al coro… un beso a todos!

Núria Olmos Fontestad dijo...

Gracias, a ti Ana Luisa y a quienes comentáis, azuzando nuestra conciencia, además de nuestra nostalgia de la buena educación que nos disteis. Gracias por no olvidar quienes somos, quienes queremos ser y el mundo para el que educamos. Frente al miedo y el orgullo de ignorancia tendremos siempre la fuerza de la palabra y de nuestro pensamiento libre, constructivo y critico. Gracias por no desfallecer con tanta agresividad y estupidez que nos rodea.

Anónimo dijo...

Orgullo de alumn@s❤️

Juanjo dijo...

Orgullo de alumn@s ❤️

Anónimo dijo...

¡Impresionante artículo! Muchas gracias por publicarlo y hacer visible unas acciones tan horribles y detestables en unos momentos tan tristes en nuestro país. Gracias también a tantas maestras y maestros que hicieron posible la educación de niños y niñas en una España tan atrasada. Un saludo a todos.